sábado, 26 de septiembre de 2009

Me está diciendo.
















Voy en ómnibus atravesando el desierto.
Soy una mota en la pálida inmensidad que sube y baja, que me contempla en este valle, en este mar interminable de orillas blanquecinas. Por donde miro se levantan montañas enormes de arena caliza. El cielo está claro. Todo está solo. De pronto me doy cuenta que estoy emocionada, emocionada. Percibo una energía que me eriza la piel. El desierto está irradiando fuerza. Me está diciendo que aquellos cuarenta días y cuarenta noches, existieron.

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