jueves, 1 de octubre de 2009

¡Ay, Federico García!

Al final de la angosta carretera y los chopos: Fuentevaqueros.
El alma rizada y temblando. La casa pequeña y pequeños los muebles y el piano.
Las nanas y canciones recopiladas, viajaron desde mi infancia y lo abrazaron, buscándole en su aire con lágrimas andaluzas y gitanas que emocionaron a Carlos.
Lejos, polvorientos y mudos, los olivos.









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2 comentarios:

  1. Ana, es bueno compartir nuestras almas a través del recuerdo de Federico, vos en Fuentevaqueros, yo en Granada.

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  2. Sí que es bueno! Sincronías, le dicen.
    Cuando iba a leventar el texto, ví que tu
    andabas por el mismo aire!!

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